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Quien escribe este blog no tenía intención de hacer una segunda parte sobre este tema: el viaje que Camilo José Cela realizó a Hervás en 1952, pero ha querido la casualidad que, pocos días después de hacer la entrada sobre el tema, cayera en sus manos un ejemplar del libro, citado en dicha entrada: LOS VIAJES DE CAMILO JOSÉ CELA POR EXTREMADURA.
Se trata de un pequeño librito (13,5 x 10 cms.) escrito por Arsenio Muñoz de la Peña, cuya relación con Hervás ya hemos señalado en este blog y cuya biografía reseñaremos al final de esta entrada, en el que el autor narra, con un notable sentido literario (Arsenio Muñoz fue un buen escritor) diferentes viajes que Cela realizó por Extremadura. El libro fue publicado por la Institución "Pedro de Valencia" de la Diputación Provincial de Badajoz en 1982.
Uno de los capítulos de este librito, entre las páginas 38 y 45 del mismo, está dedicado a contar el ya citado viaje de Cela a Hervás. En esta entrada trasuntaremos este capítulo para completar la información sobre la visita del, más tarde, nobel de literatura a nuestra población (cuya difusión en la entrada anterior, a raíz de los comentarios en facebook y en el blog, ha despertado un notable interés). Completaremos la entrada con la biografía que incluye la Gran Enciclopedia de Extremadura sobre Arsenio Muñoz de la Peña.
Sellos emitidos para celebrar el 100 aniversario
del nacimiento de Camilo José Cela
LOS VIAJES DE CAMILO J. CELA POR EXTREMADURA:
CAMILO JOSÉ CELA EN HERVÁS
El año 1952 fue Camilo José Cela a Hervás, la villa del aire de oro, la Suiza extremeña, situada entre al blanco pico de Pinajarro, siempre con el albo casquete papal de nieve, y el valle azucarado de ciruelas claudias y uvas moscatel, dulces melocotones y guindas de tomatillo, peras de donguindo y membrillos septembrinos.
Camilo contempló su sierra, griseando en las cimas y dulcificándose, al bajar con el praderío de Marinejo, el monte de castaños llamado Gallego y el lujo vegetal de todo el valle abajo, buscando la Extremadura de los encinares, que empieza en Aldeanueva del Camino, el pueblo de las tres mentiras, porque ni es aldea, ni es nueva, ni está en el camino...
Camilo vio un Hervás, limpio en la plaza de La Corredera, con soportales de acogedora traza, salutífero en el parque denominado del Robledo, recoleto en la Plaza del Convento, la de los castaños de Indias gigantescos, moderno en la prolongación del Collado...
Pero, de Hervás, lo que más interesó a Camilo fue el original, antiguo y bien conservado barrio judío, denominado del Rabilero, con callecitas por las que no caben dos personas juntas, con gentes singulares que parecen arrancadas de algún pasaje bíblico, con viviendas que tienen todavía claros indicios de su procedencia hebraica y un olor de leche y miel, de dátiles y corderos pascuales, que es muy fácil percibir y un poco más difícil de explicar.
Fotografía antigua de Hervás: El barrio judío y el puente con el machón
Fuente: Folleto turístico
Camilo charló con don José Sánchez Matas, un nonagenario que sabía muchísimas cosas de su pueblo. Bajaron hasta el río y como Camilo viese sobre el pretil del puente, en alto y bien adosada, una piedra con cabeza de mujer egipcia, preguntó sobre ella. Don José le explicó que fue encontrada en el antiguo castillo, hoy iglesia de Santa María.
-¿Qué puede ser?
-Una lápida sepulcral.
-¿La cita algún autor?.
-Sí, la tiene catalogada don Ramón Mélida en su Catálogo monumental de Cáceres. Él la describe como `una estatua sepulcral yacente de un caballero´.
-¿Qué dice el pueblo de ella?.
-La gente la llama El Machón y se ha extendido la leyenda de que fue un bravo guerrero, enamorado de una judía hervasense y que le asesinaron, a traición, el padre de la novia y cuatro parientes más, mientras dormía.
-¿Hay alguna otra leyenda en el pueblo?.
-Sí, y ésta con totales visos de verosimilitud y realidad histórica. Cuando la invasión napoleónica, se aposentó en Hervás una compañía de gabachos, mandada por un capitán que cometía toda clase de tropelías. Un hervasense le invitó a beber vino aloque en una bodega que tenía en la calle de Pizarro y allí el franchute empinó más de la cuenta y cuando estuvo borracho, el cogieron y le colgaron de una viga de la bodega.
Después las tropas francesas se dispersaron y los hervasenses se incorporaron a las huestes de don Julián Sánchez, el Charro, hostigando convoyes y apresando correos enemigos.
-¿Por qué llaman Gallego al monte de castaños?.
-Porque lo donó doña Violante, mujer del rey don Alfonso, a una nodriza gallega.
Fotografía antigua de Hervás
El caño de Tío Julián, citado en el relato
Siguieron hablando y se detuvieron junto al caño del tío Julián, en el centro del Rabilero, que siempre invita a detenerse, para contemplar el sonoro fluir del agua generosa, escapadiza y filosófica, curva y solemne.
Camilo copió los dichos de: "En Hervás, judíos los más". Y estos otros: "En Baños, judíos y tacaños", "En Béjar, judíos hasta las orejas", "En Aldeanueva, la judería entera".
Camilo oyó hablar del carpintero Alfredo, el juglar natural, que componía las murgas de los antañones carnavales. Y del tío Fuste, con sus largos mostachos, de los cuales siempre salía un piropo para toda mujer bonita que pasase a su lado. Y del tío Juanito El Largo, que se pasaba todos los días del Carnaval haciendo el aliguí por las calles de la villa, seguido de un tropel de chiquillos. Y de Martina, la mendiga oficial del lugar, que sólo pedía un poco de pringue por las casas. Y mentó a Emilio González de Hervás, el polifacético hervasense, que, en Madrid, lo mismo es poeta que prosista, conferenciante que vendedor de libros, cómico que empresario, doctor en flamenco que aprendiz de cualquier cosa.
Camilo remiró las casas del barrio judío, recubiertas sus fachadas con tablas de maderas de castaños, los balcones hechos de maderas y con tejados saledizos, bajo los cuales cuelgan las mazorcas de maíz y las ristras de guindillas picantes...
Ante la casa donde estuvo la sinagoga de los judíos, se detuvo y preguntó a una mujer por unos agujeros que había en la fachada. Ella le contestó que sirvieron para sujetar los palos de los que, luego, colgaron varias campanas cristianas.
Cela admiró una bella joven, sentada en la puerta de su casa judía, la cual le dijo que se llamaba Séfora y, como después escribió Fernando Bravo, en un bello poema:
La tuve a mi lado,
un eterno instante
y, sin darme cuenta,
se me fue la tarde.
Arsenio Muñoz de la Peña
Carnet de periodista de Camilo José Cela
https://periodistas-es.com/camilo-jose-cela-periodismo-69984
Como indicábamos más arriba, completaremos la entrada con la biografía de Arsenio Muñoz de la Peña recogida en la Gran Enciclopedia de Extremadura (Ediciones Extremeñas S.A., Mérida 1991).
MUÑOZ DE LA PEÑA MULAS, Arsenio.- (Casas del Monte, CC, 1920). Se graduó bachiller en el Instituto de Plasencia. En Salamanca cursó la carrera de Magisterio, siendo nombrado maestro interino en Tabladas (León) y propietario provisional en Béjar (Salamanca), hasta que, aprobadas las oposiciones a plazas de más de diez mil habitantes, fue destinado a Badajoz, única ciudad en la que ejercería la actividad docente hasta su jubilación.
De temprana vocación artística, una intensa labor de colaboración literaria le llevaría a publicar meritorios trabajos periodísticos en diarios y revistas tales como El Adelanto y la Gaceta Regional, de Salamanca; Alcántara, de Cáceres; Hoy, Afán, Alminar, Alor Novísimo y Revista de Estudios Extremeños de Badajoz; El Alcázar, Arriba, ABC y Blanco y Negro de Madrid, y otras publicaciones.
Ha obtenido numerosos premios literarios, algunos de ámbito nacional, como el de periodismo convocado por el Ministerio del Ejército y el de Fiesta del Libro, otorgado por la Dirección General de Archivos y Bibliotecas.
Destaca, no obstante, como fértil narrador, de estilo fluido y ameno, que utiliza sobre todo en la producción de una rica serie de cuentos. Dotado de un notable don de gentes y buen conversador, durante años fue asiduo animador de tertulias literarias en Badajoz, la historia de las cuales escribió con plástica donosura en sucesivas separatas aparecidas en la revista Nuevo Alor.
Es autor de los siguientes libros: Diario, páginas de lecturas escolares; Los viajes de Camilo José Cela por Extremadura y las novelas Los grandes sabios y La generación nocturna; ésta última, que había quedado finalista en el premio Ateneo de Valladolid, recoge recuerdos bélicos del escritor, quien muy joven se vio inmerso en la vorágine del 36 que le llevó a las trincheras en los últimos meses de la contienda.
Puede, pues, inscribirse Muñoz de la Peña en el grupo de los literatos que integran la llamada Generación de posguerra. (F.P.M.)
Tan solo aportar que fuí alumno de D Arsenio, en el Colegio San Pedro de Alcántara, de Badajoz, periodo 1977-1981, y que era un personaje muy peculiar. Capaz tanto de improvisar obras de teatro, hacerte aprender los ríos de España con Canciones, invitarte al "té de las cinco" después de clase, como saltar por la ventana que daba al patio para ahuyentar a los niños que le pisaban el cultivo.
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