TRASUNTO

(Del lat. transumptus, part. pas. de transumĕre, tomar de otro).

1. m. Copia escrita de un original.

2. m. Imitación exacta, imagen o representación de algo.

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Este blog nace con vocación histórica.

En él pretendemos plasmar artículos de contenido histórico que han ido apareciendo en la Revista de Ferias y Fiestas de Hervás a lo largo de los años a los que añadiremos algunas aportaciones personales del autor del blog.

El título del blog Trasuntos de Hervás está copiado, precisamente, del título de un artículo histórico aparecido en la Revista de Ferias y Fiestas de Hervás de 1962.

Somos conscientes que una parte importante del contenido de algunos de estos artículos antigüos ha podido ser superado por estudios historiográficos más modernos que han actualizado los conocimientos sobre la historia de Hervás, aún así nos parece importante rescatarlos del olvido y hacerlos accesibles a un público interesado.

domingo, 16 de abril de 2017

LOS GLACIARES CUATERNARIOS DE LA SIERRA DE HERVÁS

Copyright © 2017 Pedro Emilio López Calvelo

Hace mucho tiempo que no hacemos una aportación de contenido geográfico; la haremos en la presente entrada. Y la haremos trasuntando un artículo clásico sobre glaciarismo en las sierras de Hervás.

Se trata de un artículo del geólogo y arqueólogo D. Eduardo Hernández-Pacheco: Los glaciares cuaternarios de la sierra de Hervás, publicado en el tomo I de la Revista de Extremadura, en 1899 (páginas 176 a 179). Esa fecha convierte a este artículo científico en el más antiguo de todos los que hemos recogidos sobre Hervás y sus alrededores -más allá de las conocidas publicaciones periódicas de finales del siglo XIX: El Eco y El Ariete-. Es un artículo bastante técnico geológicamente hablando pero que creemos que tiene interés por su antigüedad y por ser bastante desconocido por la mayoría de la población hervasense.

Completaremos la entrada con una breve reseña biográfica del brillante científico que fue D. Eduardo Hernández Pacheco y una valoración personal del contenido del artículo trasuntado. 

LOS GLACIARES CUATERNARIOS DE LA 
SIERRA DE HERVÁS

Como trabajo preliminar á otro más técnico y detenido que pienso hacer acerca del desarrollo del periodo glaciar en Extremadura, voy á decir algo respecto á la extensión de los hielos cuaternarios en la sierra de Hervás y hacer notar las huellas indudables y formaciones geológicas que este fenómeno ha producido en la región septentrional de nuestra provincia.

Sabido es que en época no lejana de la historia de la tierra, durante el periodo cuaternario, un gran manto de hielo se extendió por toda la Europa septentrional y central, que asimilaba sus condiciones climatológicas a las que existen actualmente en las regiones polares. El borde meridional de esta sábana helada, estaría representado por una línea que comenzando en el Sur de Irlanda, cortaría el canal de Bristol, el Sur de Inglaterra, pasando á las actuales bocas del Rhin y de aquí a lo largo de las colinas de Westfalia, a la Silesia, Polonia, Galitzia austriaca, dando la vuelta a Rusia por Kief y Nijnii Novgord para terminar al N. en el cabo Dvina en el Océano Ártico.

Independientemente de este gran manto de hielo había en Europa glaciares potentes donde quiera que el nivel alcanzaba cierta altura y las nevadas podían alimentarlos. Así se han reconocido sus restos en el Jura francés; en los Alpes en donde todavía subsisten, y en nuestra península se han visto sus detritus y erosiones en los Pirineos, en la cuenca del Duero, en la sierra de Guadarrama cuyas morrenas cortan las trincheras del ferrocarril de la línea del Norte en Torrelodones, y aun más al S. en Sierra Nevada.

 Imagen de GoogleMaps de la zona a la que hace referencia el presente artículo
NOTA: Las imágenes, mapas y fotografías que ilustran esta entrada NO FIGURAN 
en la publicación original de 1899

Este avance de los hielos polares hacia el Mediodía, si bien está plenamente demostrado el hecho, no así las causas que lo originaron, que han sido atribuidas a diversos fenómenos astronómicos como al cambio sucesivo del eje de rotación de la tierra, al del centro de gravedad, ó al de la oblicuidad de la eclíptica, combinado este último fenómeno con la precesión de los equinocios.

Los glaciares extremeños que indican el epígrafe de esta nota, no han sido todavía objeto de ningún estudio, que sepamos, por lo cual nos creemos en el deber de darlos a conocer. Cubrieron con su blanco manto el gran anfiteatro formado por parte de la vertiente meridional de la sierra de Béjar, en cuya abertura se halla la villa de este nombre; viéndose sus restos perfectamente desde el pueblo citado hasta Casas del Monte, siguiendo la vía del ferrocarril de Plasencia a Astorga, cuyo camino corta sus morrenas terminales formadas por esos montículos constituidos por las aglomeraciones de cantos redondeados, que no pueden haberse escapado a la vista de todo viajero algo observador que haya recorrido este trayecto.


El fenómeno fue un todo semejante al que se verifica actualmente en donde los glaciares subsisten, en los Alpes por ejemplo. Cambiadas gradualmente las condiciones climatológicas que existían en Europa durante los últimos tiempos del terciario a consecuencia de alguno de los fenómenos astronómicos antes enunciados, la temperatura media descendió en nuestro país a la que actualmente subsiste en la Noruega, empujando hacia el Sur el avance del frio y de los hielos, a las grandes manadas de rinocerontes, hipopótamos y elefantes, a los numerosos rebaños de caballos, girafas, antílopes, gacelas, gigantescos ciervos y tropeles de monos antropoideos, especies todas extinguidas y predecesoras de los actuales, juntamente con la variada y espléndida flora de pinos, taxodión, secuoias, cinamomos, arces, alisos, olmos, palmeras, laureles, etc., cuyos restos nos indican un clima dulce y apacible, reunía esta flora caracteres de la japonesa, la de Norte América, la de Canarias y la sud africana. Especies todas, animales y vegetales que retrocedían hacia el ecuador, perecían o se transformaban acomodándose a nuevo medio ambiente, ante el lento avance de los hielos que convertía en el transcurso de los siglos los verdes valles y las extensas florestas en blancos ventisqueros y en helados páramos.

Las nevadas en los sitios altos serían casi constantes, los débiles rayos del sol, por analogía con lo que ahora sucede en los glaciares alpinos, fundirían la capa más superficial y el agua líquida así producida no haría más que endurecer la masa nívea, pues filtrada entre la nieve se congelaría de nuevo y cementando sus cristales formaría la roca de hielo granuda y consistente que se llama en Suiza firn o nevé, de tal modo que la nieve que cayó en las alturas blanda y esponjosa, salió por los valles siguiendo los cauces del Ambroz y demás arroyos que descendiendo de la sierra terminan en éste. Esta afirmación supone un movimiento de avance en el glaciar, avance probado y medido cuidadosamente por Saussure y Tindall en los actuales de los Alpes, pues la nieve superior empuja a la inferior, moviéndose por los valles y por sus cauces como las corrientes líquidas, la diferencia estriba unicamente en la velocidad, son, pues, verdaderos ríos de hielo, valga lo paradógico de la frase, y tales eran los que descendiendo de lo alto de la sierra terminaban en la misma villa de Hervás y en una línea paralela a la vía férrea.


Se comprende fácilmente que masas de tal índole en movimiento debieron arrastrar y trasportar fragmentos de rocas caidos en su superficie arrancados de la parte alta de la montaña y de las paredes de sus anchos cauces, estriándolas en unos casos y alisándolas en otros, siempre redondeándolas, como un río redondea las piedras que transporta, y finalmente, depositarlas amontonadamente a la salida del valle, en los puntos en que el glaciar terminaba y el río sólido se convertía en líquido por la mayor temperatura del valle y el deshielo consiguiente. Estos montículos de piedras son los que se conocen con el galicismo de morrenas terminales, que dado su disposición y tamaño colosal de algunas de sus piedras no puede ser atribuido al acarreo de corrientes líquidas, que los habrían dispuesto de otra forma, morrenas que son los montículos que decíamos que cortaba la vía férrea en el  trayecto de Casas del Monte a Hervás y que tan curioso aspecto dan a esta pintoresca región, cuyas bellezas naturales son desconocidas o no bien apreciadas por muchos extremeños que buscan en regiones lejanas el espectáculo siempre bello de las montañas y de los bosques, que tienen esplendente y hermoso, sin salir de su país.

El frote y desgaste de las rocas que trasportaban los glaciares de que nos ocupamos, produjo en muchos casos la conversión de las rocas graníticas de sus cauces en un barro o arcilla amarillenta, salpicada de granitos cuarzosos y microscópicas hojuelas brillantes de mica, barro que la corriente del hielo arrastró en su masa y que al deshacerse depositó juntamente con el ordenado montón de piedras desgajado de las alturas, cubriendo gran parte de los antiguos cauces de los hielos con un manto de esta arcilla, posteriormente levantada y arrastrada en algunos sitios por las corrientes líquidas actuales que siguen en conjunto el fondo de los cauces que los hielos labraron; la arcilla del glaciar (driff glaciar) es la que forma el suelo de las alamedas que hay a la entrada de Hervás, cubriendo con su manto a la roca granítica subyacente.


Pero del mismo modo que las piedras por su frote con las paredes y fondo del cauce se redondeaban, pulían y reducían a barro, ellas mismas engastadas en la masa de hielo hacían el efecto de una lima, depositando y ensanchando los cauces, rebajando lentamente la altura de las montañas, redondeando sus picachos y depositando en la llanura los materiales arrastrados en las cumbres.

Otro fenómeno frecuente en los glaciares es el redondeado características que dan a las rocas duras por donde lentamente avanzan, aspecto tan curioso que se conocen con el nombre de rocas aborregadas, por el aspecto que tienen vistas de lejos con un rebaño de borregos; pero este fenómeno no se ofrece en la sierra de Hervás, por la índole de los materiales que la constituyen que son los granitos en casi su totalidad, y dada la tendencia de éstos a redondear sus aristas por la acción de la intemperie no es fácil distinguir los casos en que el fenómeno ha sido producido por la acción del glaciar ó simplemente por la acción de la intemperie, pues aún siendo debido a la primera causa, la segunda ha continuado sus efectos.

Este es de una manera general el fenómeno glaciar de que fue teatro la región montañosa del norte de la provincia de Cáceres y cuyos restos están tan evidentes en los sitios citados, constituyendo manchones del cuaternario que no figuran en los mapas geológicos y cuya existencia merece conocerse e indicarse.

                                                             Eduardo H. Pacheco 

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Mapa Geológico simplificado de la sierra de Hervás

Hasta aquí el contenido del artículo de D. Eduardo Hernández Pacheco, pero conviene hacer alguna matización a ese contenido. 

En la bibliografía posterior a ese artículo de más de un siglo no se habla con frecuencia de glaciarismo en la zona de Hervás. Sí son suficientemente conocidos y estudiados los fenómenos glaciares cercanos de la Sierra del Trampal y la Sierra de la Solana (con sus lagunas de fondo y restos morrénicos) en la Sierra de Béjar (como las sierras que rodean Hervás). Pero cuando se habla de glaciarismo cuaternario en Extremadura sólo suele citarse como restos glaciares de la región el glaciar de la Serrá, en la Sierra de Tormantos (entre las zonas del Valle del Jerte y La Vera), en la cabecera de la Garganta de los Infiernos, restos glaciares de unos 50000 años de antigüedad. Se trataría de los restos de un glaciar de pequeñas dimensiones formado por los restos de un glaciar de circo en las partes altas de la sierra (glaciar de la Angostura) y su correspondiente glaciar de valle (propiamente el glaciar de La Serrá). Esta formación glaciar sí ha sido objeto de diversos estudios geológicos, pero no hemos encontrado similares estudios geológicos para el hipotético glaciar de la sierra de Hervás, cuyos restos apreció sobre el terreno D. Eduardo Hernández Pacheco. 

No obstante,  sí hemos encontrado alusión de algún otro geólogo antiguo, como J. Carandell en su obra La topografía glaciar del Macizo del Trampal-Calvitero (Béjar) -1924- que menciona que "...el borde meridional, derecho, acantilado, del Circo de Solana se continúa por el borde izquierdo de este tercer glaciar (el de Hervás), enormemente acantilado también, con un cordón de colosales y angulosos bloques al pie. Este glaciar de Hervás carece de lagunas típicas, aunque no faltan charcas en lo profundo del circo".


En documentos tan específicos -y posteriores- como son las memorias informativas del Mapa Geológico de España (Escala 1/50000) -hojas 575 y 576- publicadas por el Instituto Geológico y Minero de España en 1988, tampoco hemos encontrado referencia a estos restos glaciares las sierras de Hervás, por lo que debemos concluir que si existen estos restos glaciares en las proximidades de Hervás y en la dirección hacia Casas del Monte, como indicaba el profesor E. Pacheco, quizá deban considerarse simplemente como una pequeña prolongación hacia el SW. del glaciar de Solana (hoy en la provincia de Ávila).

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Referencia biográfica de D. Eduardo Hernández-Pacheco

Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan, importante geólogo, paleontólogo y arqueólogo, nació en Madrid en 1872. Realizó sus estudios de primera enseñanza en Alcuéscar (Cáceres) donde vivió en su infancia, estudiando, posteriormente, bachillerato en Badajoz. Se licenció en Ciencias Naturales por la Universidad Central de Madrid (hoy Universidad Complutense) obteniendo Premio Extraordinario de Licenciatura. Se doctoró en 1896 con una tesis titulada Estudio Geológico de la Sierra de Montánchez.

En 1896 empezará a ejercer como docente siendo profesor en el Instituto de Bachillerato de Cáceres (donde hoy existe un instituto que lleva su nombre). En 1899 obtiene la cátedra del Instituto de Segunda Enseñanza de Córdoba. En 1910 ganó la cátedra de Geología de la Universidad Central de Madrid, desde donde llevó a cabo una importante labor de educativa y de investigación en el campo de la geología española que le valdrá ser nombrado para desempeñar cargos en numerosos organismos científicos, sociedades y academias de diversos países (presidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural, académico de la Real Sociedad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, miembro del Consejo de Institut International d´Anthropologie de París, miembro de la Academia de Ciencias de Lisboa,...), colaborando, además, en diversas revistas de carácter científico.

Puso en marcha la elaboración del Mapa Geológico de España, compleja labor de síntesis científica y trabajo de campo por la que suele ser considerado el padre de la geología española.

Después de la Guerra Civil contribuyó a la fundación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y en la puesta en marcha de la Academia de Ciencias y del Museo de Ciencias Naturales de Madrid.

Tras una larga vida y una muy extensa producción científica  (que incluye temas de geología, paleontología, geomorfología, prehistoria  e, incluso, conservación del patrimonio cultural) volvió a Extremadura, donde falleció en Alcuéscar en 1965.