TRASUNTO

(Del lat. transumptus, part. pas. de transumĕre, tomar de otro).

1. m. Copia escrita de un original.

2. m. Imitación exacta, imagen o representación de algo.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados.


Este blog nace con vocación histórica.

En él pretendemos plasmar artículos de contenido histórico que han ido apareciendo en la Revista de Ferias y Fiestas de Hervás a lo largo de los años a los que añadiremos algunas aportaciones personales del autor del blog.

El título del blog Trasuntos de Hervás está copiado, precisamente, del título de un artículo histórico aparecido en la Revista de Ferias y Fiestas de Hervás de 1962.

Somos conscientes que una parte importante del contenido de algunos de estos artículos antigüos ha podido ser superado por estudios historiográficos más modernos que han actualizado los conocimientos sobre la historia de Hervás, aún así nos parece importante rescatarlos del olvido y hacerlos accesibles a un público interesado.

lunes, 19 de noviembre de 2018

DE CUANDO CAMILO JOSÉ CELA VISITÓ HERVÁS Y LO QUE ESCRIBIÓ SOBRE HERVÁS

DE CUANDO CAMILO JOSÉ CELA VISITÓ HERVÁS Y LO QUE ESCRIBIÓ SOBRE HERVÁS

Copyright © 2018 Pedro Emilio López Calvelo

En una entrada anterior de este mismo blog mencionamos que Camilo José Cela, el escritor y Premio Nobel de Literatura, realizó -que sepamos al menos- una visita a Hervás... y dejó constancia escrita de ello. En esta entrada trasuntaremos, después una introducción explicativa, el texto que Cela escribió tras visitar la población de Hervás.

En la entrada que hemos indicado decíamos que tuvimos conocimiento de este viaje a Hervás a través de una reseña del libro escrito por Arsenio Muñoz de la Peña -a quien dedicamos dicha entrada- Los viajes de Cela por Extremadura, publicada en la Revista de Estudios Extremeños (volumen 34, nº 1) de 1978. En dicha reseña puede leerse lo siguiente: 

"Arsenio Muñoz de la Peña se estira e hincha el pecho cuando nos habla del viaje que hizo Cela a la bella e interesante ciudad de Hervás en 1952; suelta su pluma por aquellos agrestes paisajes y pintorescos caseríos; se pasea engolado por la Corredera, la Plaza del Convento, la de los castaños de Indias y le sale barba puntiaguda y nariz aguileña, que se junta al mentón, al visitar el barrio judío -el Rabilero-, lleno de bellas callejuelas y leyendas como la del Manchón y la del Gabacho, en la Guerra de la Independiencia, colgado de la viga de una bodega. Cela es todo ojos y orejas. ¡Buen cicerón tuvo en Hervás con Arsenio Muñoz!".

Esta reseña nos indica el año de la visita de Cela a Hervás: 1952. Hemos intentado encontrar en el Archivo Municipal de Hervás algún rastro de esa visita, pero sin fortuna: a pesar de ser un autor ya bien conocido (Cela había publicado su novela La familia de Pascual Duarte -ambientada en Extremadura- en 1942 y La Colmena -publicada en Argentina- en 1951) su visita a Hervás no dejó huella documental que conozcamos.

Este Arsenio Muñoz de la Peña, a su vez escritor, nacido en Casas del Monte en 1920 y que pasó su niñez en Hervás (su padre D. Braulio ejerció en la población como maestro), autor de numerosas colaboraciones en la Revista de Ferias y Fiestas y maestro en Badajoz desde 1946, debió ser amigo personal de Camilo José Cela y debió acompañarle en algunos de sus viajes por Extremadura.

Fuente: todocolección.net

La obra en la que Camilo José Cela narra su visita a Hervás es un libro titulado Cajón de sastre y publicado en 1957 por la editorial Cid; el propio D. Camilo indicaba en la introducción del libro: "En el cajón de sastre cabe todo. El diccionario lo dice: Cajón de sastre, conjunto de cosas diversas y desordenadas. Aquí no se engaña a nadie. El cajón de sastre, por definición, es vario y bullidor, abigarrado y con poca afición al orden y, menos aún, al concierto".

Por lo tanto, Cajón de sastre es un libro de estructura compleja en el que caben artículos de prensa, ensayos breves, relatos de viaje, etc. En esta última categoría es en la que podemos incluir el relato en el que habla de Hervás y que Cela tituló: "Del Tranco del Diablo a la judería de Hervás", incluido en un capítulo que llamó: Balada del vagabundo sin suerte.


Portada de Cajón de sastre. Editorial Cid, 1957.
Fuente: todocolección.net

Camilo José Cela, como otros escritores famosos -por ejemplo el también Nóbel José Saramago-, cultivó con frecuencia el libro de viajes: recuérdense sus conocidos Viaje a la Alcarria, Del Miño al Bidasoa, Primer viaje andaluz,..."en estos libros de viaje el escritor se exhibe con loable impudor; donde habla de su propia experiencia y de sus propias debilidades, sus exclusivas preferencias y sus arrolladoras simpatías. Creo que, en este sentido, los viajes de Camilo José Cela son excelentes piedras de toque para percibir la situación intelectual de un escritor, español e inteligente, en los mediados de nuestro siglo" (texto escrito por Alonso Zamora Vicente en su libro Camilo José Cela (Acercamiento a un escritor) y extraído del blog: http://www.cervantesvirtual.com/).


Camilo José Cela al ser nombrado miembro de la Real Academia Española en 1957


Del Tranco del Diablo a la judería de Hervás.


En Balada del vagabundo sin suerte -capítulo en el que se incluye Del Tranco...- Cela narra sus aventuras viajeras por sitios tan dispares como Navacepeda, Burgos, Hoyos del Espino, Salamanca, Cuenca,... A Hervás llega, acompañado por amigos, procedente de Béjar... A orillas del Cuerpo de Hombre. Siguiendo el relato que hace Cela de Hervás, en el que comete varios errores con los nombres de los sitios, no parece que su estancia en nuestro pueblo fuera más allá de unas horas, lo justo para darse un paseo por el pueblo y, aunque no le cita entre sus acompañantes, suponemos que fue Arsenio Muñoz de la Peña quien le hizo de guía por Hervás (es una lástima no tener más referencias de la visita; seguro que el erudito D. Pepín Sánchez-Matas, entre otros ilustrados hervasenses, no perdió la oportunidad de debatir con quien ya despuntaba entre los escritores españoles).

Fuente: http://www.atlantico.net

El texto de Cela sobre Hervás dice así:

DEL TRANCO DEL DIABLO A LA JUDERÍA DE HERVÁS.

   El viajero, aún no más que nacido, de esta hecha, a la tierra de Salamanca, y sin haberle tomado todavía el gusto a la villa de Béjar, es llevado por sus amigos -por don Juan y por don Alejandro, y por don Ceferino- a Hervás, cuatro leguas al sur, en el camino de Plasencia y ya en los campos y en los acentos cacereños.

   El viajero, que, aun por más que lo lleva intentando, no ha conseguido domeñar el calendario, se marcha de Béjar sin haberse fumado un pitillo al pie del Tranco del Diablo, sin haber caminado la Cabeza Gorda y los picos del Valdesangil, y sin haberse hartado merendando truchas y chorizo de Candelario, el pueblo donde el verde es luto en el serenero de las mujeres de manteo, faltriquera y moño de picaporte.

   Más allá del ventorro de Rosel, el viajero pasa por Cantagallo, al lado de la ermita de Santa Bárbara de Bodeguillas y todavía a orillas del Cuerpo de Hombre, y, siguiendo el río se mente en Puerto de Béjar -o puerto de Baños-, donde se da de manos a boca con la Calzada de la Plata -la Vía Láctea, los mil kilómetros de la Iter ab Emerita Caesaraugustam, el camino de Mérida a Zaragoza-, en el lugar de las Entrecarreras, por el que corren juntos el río, la calzada, la carretera y el ferrocarril.

   Frente al viajero, por el paso de los romanos, se abre la Extremadura por el pueblo de Baños, en cuyas aguas las ninfas de Cápera aciertan con el remedio de los males del cuerpo.

   Mientras el viajero escucha a sus amigos que le instruyen, el coche que los lleva se presenta en Hervás, el pueblo por el que corre el río Ambroz. Según el viajero oye decir, el río Ambroz nace de la fusión del arroyo Gallego, el torrente Marinejo y la garganta del Santi-Hervás.

   En tiempos -¡ay, manes de Jorge Manrique!- el río Ambroz movía catorce máquinas de cardar e hilar, siete perchas, cinco tundidoras, tres frisas, cuatro tintes, cinco batanes y quince molinos harineros.

   A la sombra de las ocho peñas -peña de la Ensillada, de la Fuente Negra, de Dos Hermanas, de Valdemoro, de Piñajarro, de Navanuño, del Berrocal y del Teso de la Loma- las gentes de Hervás cardan la lana y curan el embutido -el morcón y el morcillón, la guarreña, la sabadeña y la botagueña, el lomo en tripa y el chorizo, el obispillo y el tanganillo, el pitarro y la tángana- que después, pregonando el origen, se venderá en las ferias de Extremadura y de Castilla, en Madrid, en Salamanca, en Zaragoza, en Cuenca y en las Andalucías, en todas las cinco Andalucías.

   En la plaza de la Corredera, dos clérigos pasean sus años al solecillo primaveral mientras fuman los ásperos farias del último bautizo. En la plaza de los Mesones, los arrieros de Castuera y de Quintana, de Don Benito y de Montánchez, que traen los tintes de Sevilla y se vuelven con el cangallo rebosante de jamones y de gruesas y nobles mantas listadas, beben el vino de la concordia apoyados en la sabia calma del atardecer. En la plazuela del Convento, al pie de la enfermería de los Franciscos de la Bienparada, dos viejas hablan de la novena de Nuestra Señora de las Aguas Vivas y de los bienes terrenales y celestiales que la Virgen depara a sus devotos de Hervás. En la ciudad de abajo, más allá de la puerta del Centinela, los niños de la Judería saltan, al igual que núbiles bestezuelas, recortando sus renegridas y panzudas figurillas sobre el severo nutricio verde del bosque que, quizás por umbrío, llaman Gallego. Por el paseo del Robledo, de dos en fondo, toman el aire, vestidas de azul, las educandas de las Josefinas.

 Imagen de Hervás: Revista de Ferias y Fiestas. Años 50.

   El viajero, siempre al lado de sus amigos, que para eso, por fortuna, los tiene, sube y baja por las calles de Hervás, habla con la mujer que lava y con la moza que va a buscar agua a la fuente y que, en lugar de sinagoga, dice sunoga; saluda con un sosegado respeto que nadie -ni aun él mismo- puede sospechar, al viejo que se rasca la mugre que el sol despierta; levanta del suelo al niño que rodó la cuesta; acaricia a la niña morenucha que lo mira como a un extraño e intranquilizador forastero, y deja que la vista se le escape, más allá de los montes, por el raro cielo que tan misteriosas y gloriosas sombras hizo caer sobre este rincón del mundo.

Placa de calle en que vivió Cela en la épca de su viaje a Hervás 
Calle Rios Rosas - Colocación 1990.
Fuente:  http://especiales.memoriademadrid.es/

 Al viajero le estremece -no puede evitarlo- el recuerdo de los muertos que tanto se afanaron por vivir. En Hervás -el viajero tampoco sabría explicar por qué- este temblor le mira, fijo como un fantasma, desde todas las esquinas.

   En Salamanca, en las románicas piedras de San Julián y Santa Basilisa, se leen unas atroces palabras:

               Los que dan consejos ciertos
               a los vivos, son los muertos.

   Al viajero -¿por qué será?- los dos versos que tantos años llevan en su pared de Salamanca se le aparecen, pintados de negro, tras los ojos de la gente de Hervás, una gente con muchos miles de años en la mirada.

 
   Por el camino de Las Hurdes el sol se marcha a alumbrar otros mundos.
Camilo José Cela 
Editorial Cid, 1957