TRASUNTO

(Del lat. transumptus, part. pas. de transumĕre, tomar de otro).

1. m. Copia escrita de un original.

2. m. Imitación exacta, imagen o representación de algo.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados.


Este blog nace con vocación histórica.

En él pretendemos plasmar artículos de contenido histórico que han ido apareciendo en la Revista de Ferias y Fiestas de Hervás a lo largo de los años a los que añadiremos algunas aportaciones personales del autor del blog.

El título del blog Trasuntos de Hervás está copiado, precisamente, del título de un artículo histórico aparecido en la Revista de Ferias y Fiestas de Hervás de 1962.

Somos conscientes que una parte importante del contenido de algunos de estos artículos antigüos ha podido ser superado por estudios historiográficos más modernos que han actualizado los conocimientos sobre la historia de Hervás, aún así nos parece importante rescatarlos del olvido y hacerlos accesibles a un público interesado.

jueves, 11 de junio de 2015

TRASUNTOS DE HERVÁS

TRASUNTOS DE HERVÁS

Copyright © 2015 Pedro Emilio López Calvelo


Es lógico que iniciemos este blog denominado Trasuntos de Hervás transcribiendo el artículo que da nombre al blog. Se trata de un artículo histórico aparecido en la Revista de Ferias y Fiestas de Hervás (en adelante RFFH) en 1962 y escrito por D. Miguel Rodríguez Bruno (pags. 61-71).

Se trata de un artículo extenso, mezcla de concepción histórica y literaria -un tanto barroca según los cánones de la época-. Advertimos, como se ha indicado, que muchos de los planteamientos históricos que se marcan en este trabajo están ya superados por investigaciones históricas más recientes.
-se ha respetado la ortografía, puntuación y acentuación del documento original-


TRASUNTOS DE HERVÁS

Hervás, la muy leal e ilustre villa de la alta extremadura.
Hervás Romana. Hervás Árabe. Hervás Cristiana. 

Hervás Romana en su nombre. Hervás árabe en su barrio judío. Hervás cristiana en su patrona Nuestra Señora de Aguas Vivas y, en su patrón el Stmo. Cristo de la Salud. 

Siglos de su historia. Trasuntos de un pueblo, de una villa a través de los tiempos; de ese tiempo que a cada instante que transcurre se hace viejo, convirtiéndose en pasado, en eternidad, que nos invitan a la investigación de un más allá impalpable en el momento actual, pero que tuvo su vitalidad intente, su realidad, y que ahora nos circundan sugiriéndonos minutos de vida en los que el espíritu se abstrae en vectores de meditación.

Hechos, nombres, obras que surgen en un instante y se desvanecen en la historia, pero que quedaron grabados e la eternidad, en la eterna hoja del calendario y que ahora al trascurso de la investigación, de la meditación, retornan arrastrándonos hacia un camino por el que discurriremos descubriendo la trayectoria que siguieron esos hechos, esos nombres, esas obra y esos conflictos íntimos.

Trasuntos que pesan verticalmente cual ordenada cartesiana sobre la abcisa del tiempo, cortándola en el punto de intersección que cual origen de coordenadas nos dan el origen del nacimiento de un lugar denominado por los Romanos HERVASSII MONTUS, en homenaje a su emperador Nerva, sucesor de Domiciano en el siglo I del gran imperio, y que tendría como sucesor en el mando  de tan inmenso imperio a un español: Trajano, el César optimus principum.

Gran belleza debieron de encontrar los romanos para dedicar a su emperador Nerva, el hombre amante de la naturaleza, en los montes que circundaban su castro para así denominarle.

El Pinajarro, asomándose al gótico bosque de sus laderas, a cuyas faldas los prados se despliegan en sucesivos seno y armónicos verdores.

¡El Pinajarro! ¡Quilla fantasma! Del buque romano, dominador de cerros, caminos, valles y castrenses moradas.

El Pinajarro, vigía, guardián, romano en su fortaleza en su erguida desnuda mole, con sus ásperas cárdenas, en lo alto, la estriada nieve, envuelta en brumas.

Pensamiento. Voluntad. Disciplina y serenidad de un pueblo.

Allá abajo, la chorrera, cascada de agua que baja de las alturas de la sierra, cantando, peinando el agua con su caudal, con el peine de la belleza, repartiendo riqueza con el oro de su líquido traspasado por los sútiles vientos y acrisolado en los hornos del sol purísimo.
Un silencio amedrantado, entrañado de una gélida claridad, lo envuelve todo, el paisaje, la naturaleza, el tiempo.

El águila rodante en la altura vislumbra el reposo en la perspectiva del llano lejano, de los rojos tejados de una urbe que ha comenzado a extender sus edificaciones a las orillas del río, el Ambroz.

Más el águila imperial fue abatida por el tiempo, quedado petrificada en su grandiosidad.

El mar del tiempo, agitadas sus aguas por el vendaval de los pueblos, de la humanidad, va dejando con el pasar de sus olas por las playas de la tierra, reminiscencias, formas de vida, modismos, costumbres, razas, etc, de un número de pueblos que va sucediéndose en la posesión material del suelo, de esta región en la que levantaba Hervás, formando parte de un conjunto étnico: los VETTONES, sobre cuyos componentes los Suevos, Vándalos, Alanos, Árabes y más tarde los mismos hermanos del suelo, sangre y religión, dejarían sus sedimentos, en formas de vida, economía, arquitectura, lengua, literatura, circunstancias y clases sociales y políticas, etc, a pesar de la desolación causadas durante el transcurso de dichas conmociones, sucedidas en etapas que enlazándose unas con otras como eslabones de una cadena, servirían para lograr una unidad: la imperial de los Reyes Católicos.

Así al recorrer los eslabones de dicha cadena, vemos aparecer a Hervás como pertenencia real de Dª. Violante, la esposa de Fernando III, al serle dada a aquella en calidad de dote, juntamente con el señorío de Béjar, según consta a en las capitulaciones matrimoniales celebradas en el año 1248.

Dentro de este siglo III -debería decir siglo XIII- Hervás quedaría ya dentro de la jurisdicción de la tierra de Béjar al conceder a ésta Sancho IV en 12 de Mayo de 1291 los límites de la misma.
Así pasaría a ser propiedad de los Señores de Béjar, hasta el año de 1476 en que dicho Señorío se convirtió  Ducado por dádiva de la católica reina Isabel a D. Álvaro de Zúñiga, VIII Señor de Béjar y por tanto su primer Duque.

Hervás ha ido uniendo los eslabones de la cadena de su existencia, de los hechos históricos convirtiéndose en una aldea. Ya no es un castro romano, ni un lugar, ni un villorrio. Es una aldea con vida propia, con bienes comunes, como el monte Castañar Gallego, concedido por Dª. Violante, o la Dehesa del Orillar y el Ejido, donados por el Señor de la entonces villa D. Pedro de Zúñiga, en 1452, “para que los vecinos de allí morasen entonces y moraren en adelante...” como se dice en el documento de cesión.

Hervás tiene ya su concejo. Sus leyes locales en forma de ordenanzas, su alfoz, su parroquia, sus barrios, en los que habitan un número determinado de personas que dejan transcurrir sus días sumergidos en los quehaceres diarios. En ese laberinto de línea; líneas  rectas y curvas que forman el trabajo en sus más diversas facetas. Azadas, horcas, garlopas, sierras, martillos, confusión de ángulos y redondeces, y, sobre ellos, la línea recta del ir y venir de la lanzadera formando en su entrelazamiento de los nervios de la urdimbre el plano orgánico del tejido, coordinando los tensos músculos del telar y el tejedor.

No se siente el tiempo. Los días se suceden, pasan los años, hasta que llega un día del año 1492.

Allá abajo, muy cerquita del río se ha ido formando un barrio, con callejuelas tortuosas, retorcidas, empinadas, con casitas bajas, de fachadas enjalbergadas, de rojos tejados y salientes aleros en los que por la noche la rielente luna jugando a las sombras forma arabescos de evocadores tiempos y tierras. 

Allí viven y moran los descendientes de una raza, de un pueblo lejano, sobre el que pesa una mancha eterna: la muerte del Divino Salvador.

En él han vivido generaciones, sus calles han recibido amaneceres y ocasos, soles y lluvias, vientos y nieves, y han sido hollados por pies de judíos camino de la sinagoga por la calle del rabilero. 

Entonces un Don Aser; un Jacob Aben Hariz; Don Sento Texedor; a Yuce Aben Hariz; Mosé Salvadiel; a Yuce Abenfariz; a Rabí Samuel; Firico, etc, etc. ocupaban aquellas casitas abandonados en un dulce y callado vivir saturado de honda y seductora voluptuosidad. 

Es medianoche de un día de mediados de mayo de 1492. Parece como si el compás del tiempo se hubiera detenido en su eterna medición. Como si en esa exploración de más allá hubiere llegado el límite. Yuce Zarco acompañado de su padre Mose Zarco, y de Jacob Salvadiel, van a casa de Mose Amiz a comunicarle la noticia: el edicto promulgado por los Reyes Católicos con fecha del 31 de Marzo y que han recibido por medio de un emisario unos momentos antes, en el que se les notifica la expulsión.

Cuando llegan se detienen por unos momentos en el umbral, en aquel bloque de piedra dura, alargado, mirando con recelo a un lado y otro de la calle. Traspasan la puerta y allí se encuentran a Ysay Mahejar, a Mose Mordosay, a Mordo Hay, a Mose Mahejar, y a los hijos de Jacob Samiz.

Cábalas, discusiones, confusión, planes para un futuro, llantos y sombras en las paredes de la habitación.

Yento Dolaz en compañía de Vellocid, hijo de Yuda, se han encargado de avisar a Yucce Molso, a Mose Escapa, a calzama el Luengo, a Jacob Cohen, a Mose Mayr, y a Orabuena.

En la calle la luz de luna, va girando lenta, suave, dulce y acariciadora. Un seco golpe en la puerta. Una contraseña. Un descorrer de cerrojos hiere el silencio. Una viejecita, ébano y marfil, la abre y entran en la casa traspasando aquel umbral de piedra berroqueña: Jacob el Ruego, Baru Hanso, Ça del Vado, Abraham de la Harona y Bellida la Rica quien sale a los pocos momentos y con pasos rítmicos y silenciosos va a avisar a las casas de Bellociz Mahejar, Yento Dolaz, Simón Abenfarid, Yucce Cohen y Mose Gabay.

Transcurren los meses en el girar de la rueda del tiempo. Lo que se creía iba a transformar la vida y la marcha de la humanidad de aquella villa ha quedado atrás con los giros de la rueda, su implacable circular.

Serenidad y quietud. Una ventanita, una puerta, una losa, un umbral. La luz de la luna palidece. Un pálido fulgor por Oriente. La antigua luz se desvanece con las sombras y otra suave principia a iluminar seres y cosas. El sol besa las aguas. Los cavadores se detienen un rato mirando hacia el cielo, y bajando la vista se quedan por unos momentos pensativos, meditando en la cosecha de fruta, en las fiestas de la patrona: Nuestra Señora la Virgen de Aguas Vivas.

Años hace ya que tienen nuevas Ordenanzas Municipales, aprobadas por el Duque D. Francisco Zúñiga y Sotomayor, cuarto de este nombre y séptimo en el ducado, el día 21 de Octubre de 1620.

También el Convento de Trinitarios fundado por la noble dama Dª. María López Burgalés en la villa, iba adquiriendo formas, levantando su fábrica en aquella explanada que ella misma pensó, cuando el 25 de Marzo de 1654 firmaba ante el notario D. Francisco Suárez de Rivera la escritura de fundación en compañía del Padre Fray Gaspar de Jesús, Ministro General de la Orden.

Aquel año la Virgen de Aguas Vivas estrenaría una corona de plata, al igual que el Niño Jesús.

Habían sido las mujeres del pueblo las que pidiendo de casa en casa una limosna para ello habían juntado la cantidad necesaria: Cinco marcos de plata y trescientos veinte reales.

Monedas que se habían ido juntando como puntitos luminosos en el cielo de la devoción a la patrona del pueblo. Estrellas de la mañana de luz fúlgida, viva.

Fé, confianza, materno amor. Afecto y amor puro, santo y fiel hacia la patrona del pueblo, de la villa, que Ella en su trono vela por ella.

¡Santa María de Aguas Vivas!. Altura material y espiritual. Vértice de amor infinito. Amor divino y humano. Vértice triangulada de la fe y devoción de un pueblo, en el que concurren las líneas de piedad y adoración del Cristo de la Salud y del Cristo del Perdón.

¡Cristo de la Salud!. Lirio de la floresta, Majestad suprema, infinita, carne de Dios desgarrada, macerada, abierta en fontanas de vida que derrama sobre los cuatro puntos cardinales de la Cruz.

Rayo de luz del monte hervasense que penetra en todos los corazones que postrados a sus plantas imploran su protección.

Sentimiento y plegaria. Súplica, fe profunda, honda, extensa de un pueblo que todos los años celebra sus fiestas en torno a su ermita.

Allí todo conspira, con lírica belleza, con sereno ambiente, para que el alma se abra, se esponje en sútiles estremecimientos, en delicados coloquios.

¡Cristo de la Salud! ¡Rosa de pasión! ¡Fuente de Salud! ¡Cristo de Hervás!.

Y cerrando el triángulo, el Cristo del Perdón. Muerte de Jesús en el Gólgota con amor, perdonando, reconciliando.

Amor y hermandad. Perdón y esperanza.

Chisporroteo de cirios en su altar, frases de amor, de perdón, de hermandad y convivencia social.

Triología devocional hervasense, enmarcando en su triángulo todo el espíritu religioso de Hervás, en una unidad espiritual, intangible, única, viva y fecunda en donde encuentra descanso el alma, y serenidad de espíritu.

Percibiendo y sintiendo este descanso y serenidad el natural deja transcurrir sus días en el afanoso y continuado trabajo.

Hombres de otras latitudes vienen a perfeccionarlos en los métodos de trabajo. Vienen "a imponer u ejecutar la fábrica de paños, bayetas, droguetes, estameñas, sempiternas, ratinas y otros géneros y enseñar su manufacturas a los naturales..." como leemos en el contrato realizado a los mismos por las Duquesas Dª. Teresa Sarmiento y Dª. María Alberta de Castro.


Transformación de máquina, laberinto de ruedas, poleas, barras, palancas, artefactos.

Transformación de sensibilidad en el ser con el perfeccionamiento mecánico.

Un nuevo ritmo en la laberíntica transformación de la primera materia.


La lana que llega grasienta, con sudores de días cálidos y polvo de las llanuras extremeñas, es convertida en ese laberinto de curvas y planos, en tejidos brillantes y nítidos colores.

Tonalidades y calidades que estenderán su arco iris por la geografía de España, y tendrán privilegio real sus fabricantes para venderlos por las calles de la Corte.

Inquietud de un pueblo con panoramas económicos múltiples.

Es el "Gremio y Trato de Chorizos" de Hervás el que con sus recuas cargadas de mercancías recorren las más variadas regiones del suelo patrio visitando incluso los paisajes y ciudades de Portugal.

Son los hortelanos y viticultores los que completan el ciclo económico de esplendor de una época, de un momento que dura largos años.

Durante ello se construyen nuevas fábricas, se rompen y cultivan tierras, se regula la matanza de cerdos, no permitiéndose matar reses ni cerdos en la villa antes del 9 de Noviembre de cada año.

El Concejo suscribe 40.000 reales de vellón de los propios y 10.000 del Pósito en acciones del Banco Nacional de San Carlos, el 6 de Febrero de 1786.

La industria, el comercio, la agricultura, el pastoreo, surgen como un nuevo pedazo de planeta enriqueciendo a los naturales, transformando el lugar, la vida del lugareño, del paisaje.

Mas dentro de ese esplendor, de esa felicidad, hay un deje de amargura, traducido en un sentimiento, en un ideal, elevado y legítimo: el de la eximición del ducado.

Lumeras, Sánchez, Caballero, Hinjos, Amador, etc., son apellidos del lugar; seres que inquietos y llenos de amor hacia el solar que les vió nacer, firman el documento de petición, de solicitud de eximición.

Desde el hortelano que en lo alto de su bancal, en los ratos de respiro contempla allá abajo, ella a lo lejos, el lugar hasta el herrero que canta con el metálico sonido de su martillo la canción de la aurora, pasando por el leñador, el tejedor, el pastor, el carpintero, todos tienen en su corazón y en su mente ese ideal, ese anhelo que en su ánimo oscila como el péndulo del tiempo que va marcando el transcurrir, el correr de los años.

Todos conocen y saben lo que para sus economías puede representar tal eximición, pero todos cifran su interés en el del bien común, en el del lugar.

Y el tal esperado y ansiado momento llega, Hervás ya es Villa. Día de oro en sus anales, 18 de Noviembre de 1816.

Se ha conseguido el ideal, ideal que es toda una página cadenciosa del libro de la vida de Hervás.

Después un silencio profundo, una placidez de suavidad inefable.

Paz en el paisaje. Verdes apacibles en las frondas y en los prados. Pedazos de cristal en las aguas que bajan de las cresterías. 

Plétora de vitalidad. Grata voluptuosidad de la fatiga corporal producida por el contínuo trabajo, de la fatiga cerebral.

La mecanización ha acudido a la villa. Un nuevo canto entonan las máquinas instaladas en las orillas de los ríos Ambroz y Santihervás.

El silbido agudo de un tren irrumpe la melodía, el murmullo del trabajo rompiendo la identificación interior con la exterior.

Estamos a finales del siglo XIX. El negro penacho del intenso humo del tren se esparce por azul, claro diáfano de la atmósfera, como queriendo ocultar con su negro velo el pasado tiempo transcurrido.

Trasuntos de Hervás. Trasuntos de diez y nueve siglos.

Hoy a la distancia de sesenta y dos años de su final, una tupida telaraña de cosas, de hechos, de pormenores, nos envuelve, raptándonos, porque todas estas cosas, estos hechos, estos pormenores, están vivaces; las vemos, las tocamos, aunque en ese mismo instante pasamos nuestros ojos o nuestras manos por ellas ya están huyendo. Huyendo hacia lo pretérito, disluyéndose en el tiempo.

De entonces para acá han variado las personas, la estructura material de la villa, quizá también el paisaje, pero el espíritu sigue el mismo.

Han transcurrido diez y nueve siglos y medio y Hervás, la Muy Leal e Ilustre Villa de la alta Extremadura sigue siendo Romana, Árabe y Cristiana; Romana en su nombre; Árabe en su barrio judío; y, Cristiana, en su Patrona Nuestra Señora de Aguas Vivas, y, en su Patrón el Santísimo Cristo de la Salud.



MIGUEL RODRÍGUEZ BRUNO



3 comentarios:

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  2. Una sugerencia: tomar también la segunda acepción de la RAE, y digitalizar los documentos. Sería más auténtico y ameno.

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  3. Me gusta tu idea mucho,a los que nos va la historia de Hervas tener este bloc con todas las recopilaciones históricas al alcance de un dedo es fabuloso ,aunque eso no me quite el gusanillo de mirar mi colecciono de libros de Ferias y Fiestas el cual colecciono desde hace 45 años ,suerte y adelante tienes mi apoyo ,saludo

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